viernes, 13 de enero de 2012

Entrevista a Martín Urbaneja

“Trato de que el teatro sea un espacio de fundación de subjetividad”



Por Charly Zarate

Fue dirigido por grandes directores como Roberto Villanueva, Rubén Schumacher y Claudio Tolcachir, compartió una larga travesía junto a Humberto Tortonese, está componiendo un personaje maravilloso en “La tarántula”; hoy este actor errante detiene su andar y nos invita a su viaje.

Cuando vemos que pseudo actores logran apropiarse de la polémica palabra “éxito” montados a obras comerciales sin profundidad, series televisivas de mediocre impacto mediático o películas con gran producción y vacías de contenido, me pregunto ¿cuál sería el dispositivo apropiado para que tantos talentos que deambulan en el circuito independiente puedan llegar a tener su merecido reconocimiento? Martin Urbaneja es uno de esos ejemplos de actores que tienen todo para triunfar con nombre y apellido.
A los 19 años se vino de su pueblito bonaerense de Trenque Lauquen a estudiar actuación en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Había ido a un colegio que ya no existe más y que se llamaba Centro Polivalente de Arte, con doble escolaridad donde por las tardes fue descubriendo su vocación por las artes escénicas. Apenas recibido de Actor Nacional lo convocó el director Roberto Villanueva para protagonizar “La tercera parte del mar”, una obra compleja de Alejandro Tantanián, que se montó en el 2000 en el Teatro Babilonia, antes de su cierre definitivo.

E: ¿Cómo fue trabajar recién recibido con un maestro del teatro como Roberto Villanueva?

MU: Maravilloso. Durante los ensayos empezaron a desbaratarse la mayoría de las teorías o métodos que había aprendido y esa grieta me dio la posibilidad de vislumbrar que había otras formas de concebir un hecho artístico. Tuve la posibilidad de seguirlo experimentando más allá de esta obra, porque Roberto me volvió a llamar para “Amanda y Eduardo”.

E: ¿Y te has seguido formando más allá del Conservatorio?

MU: A partir de ese momento mi formación empezó a pasar más por las personas que iba conociendo escénicamente y por los vínculos que se fueron creando a partir de producir y hacer obras. Esta práctica me fue llevando a cambiar la forma en que yo pensaba que debían hacerse las cosas, por lo tanto, a partir de esa experiencia tenía que aprender a producir teatro, me refiero a la producción poética de materialidad escénica, esto es, la posibilidad que tiene la persona que actúa de afirmar esa experiencia que percibe en el momento de actuar: el mundo se amplía en sus niveles de percepción y todo se vuelve más pleno. En todo esto es imprescindible nombrar a quienes desde su lugar de maestros o directores fueron definitorios para mí, como persona y actor: Helena Tritek, Claudio Tolcachir, Mariela Asensio, Guillermo Cacace y Guillermo Angelelli, de este último rescato mi búsqueda más notoria que tiene que ver con el abordaje del cuerpo desde un lugar muy singular.

E: La ruptura cómo planteamiento estético siempre es atractivo…

MU: Me parece que uno aprende y aprende para después desaprender, y saber por dónde pegar el mazazo definitivo.


                                                                Con Humberto Tortonese en "El beso de la mujera araña"

E: Y si hablamos de rupturas o experimentaciones, “El beso de la mujer araña”, dirigida por Rubén Schumacher y protagonizada por Humberto Tortonese y vos, fue una apuesta arriesgada. ¿Cómo lo transitaste?

MU: La verdad que fue entrar en dos universos tan disímiles y difíciles de juntar, dos egos en pugna constante. Pero más allá de eso, la obra funciono muy bien e hicimos una gira extensa que me llevó a estar casi un año en convivencia artística con Humberto y descubrír a una persona increíble. Aprendí de él a disfrutar mucho el trabajo del actor.

E: ¿Antes no era así?
MU: Antes la pasaba bastante mal porque me exigía muchísimo. Pero empecé a relajarme. Siempre tengo la necesidad de alentar todo tipo de aventura que implique creación y riesgo. Trato permanentemente de ser un actor que cambia su enfoque crítico y lo va recreando, y así recreo mis crisis para poder seguir siendo actor. Sólo quiero seguir trabajando e indagando en todo aquello que de verdad me interesa y conmueve.

E: ¿Cómo vas eligiendo tus trabajos?

MU: Ideológicamente elijo lo que hago. He ido desarrollando un gusto por esos personajes que sin ser marginales están a los costados de la historia, impregnados de melancolía, quebrados o rotos pero al mismo tiempo con un impulso esperanzador por continuar, con una necesidad voraz de encontrar siempre una salida. Mi profesión es muy militante, uno como actor se sube a un nivel elevado para decir algo. Trato de ser un actor militante para que el teatro sea un espacio de fundación de subjetividad, el teatro como una forma de vivir de otra manera y de pensar el mundo de otra manera. El teatro es el lugar de las bestias, de la alegría, del dolor, donde vamos a morir sin morir y amar sin amar.



                                                                                                                    
                                                                                     "Un actor de verdad se ve en el teatro"

E: Hace poco te pudimos ver en la televisión participando en Contra las cuerdas (canal 7) y Los únicos (Pol-ka). Ahora estas protagonizando “La Tarántula” en un espacio ícono e histórico del circuito independiente como lo es el Teatro del Pueblo. ¿De qué forma manejas estas fluctuaciones?

MU: Si uno empezó en el teatro independiente el camino es diferente y aprendes a fluctuar. Sin ser peyorativo, para los que arrancan en la televisión y que luego hacen el camino inverso hacia el teatro eso es más difícil, porque las dimensiones de las cosas son otras y el trabajo también. Para mí un actor de verdad se ve en el teatro. Ni siquiera en el cine, donde podes hacer una toma veinte veces hasta que alguna será rescatable.

E: Coincido plenamente con eso. Toda la parafernalia de producción escénica puede estar o no en el teatro, pero si no están los actores el ritual no se logra.

MU: Totalmente. Además que es un momento único e irrepetible por más que tengas funciones todos los sábados a las 20hs, cada instante y encuentro tiene un vigor singular.

E: O la exigencia que requiere el teatro oficial con funciones continuadas…

MU: Eso es tremendo pero más interesante aún. Porque te da un entrenamiento muy intenso y te permite estar más impregnado de tu personaje. Esa continuidad te otorga probar hasta la última función y estar más vivo en el teatro.

E: El año pasado fuiste parte de un experimento teatral que te vinculó con la música de Chopin y la literatura de Marguerite Yourcenar. ¿Cómo surgió eso?

MU: Como bien decís “A Chopin (Alexis o el tratado del inútil combate)” fue un verdadero experimento que se le ocurrió al productor de “El beso de la mujer araña” (quien me convocó) y a la pianista Marcela Roggeri, quien vive en Londres; la idea fue entrecruzar la novela de Yourcenar con piezas de Chopin. Y lo llamaron al director Alejandro Maci que hizo un ensamble increíble. Fue bárbaro, lo presentamos un día al mediodía en el Gran Rex y luego hicimos una mini gira. Por cuestiones de agenda de la pianista no pudimos seguir presentándola, pero hay tratativas para volver hacerla el próximo año.

E: ¿Cómo fue ese proceso de ensayo?

MU: Muy raro, porque Marcela ensayaba en Londres con un director musical y yo aquí con Alejandro Maci . Nos encontramos tres días antes de estrenar, ni nos conocíamos, pero el resultado fue maravilloso. Alejandro había armado una especie de cinco grandes cartas correspondientes a la novela, que estaban intervenidas y dialogaban con obras de Chopin.
***
Martín Urbaneja es un inquieto artísticamente, si bien es un apasionado por el teatro y tiene su posición tomada sobre el rol del actor, el cine lo seduce demasiado. Ha trabajado en los largometrajes "El Mural" de Héctor Olivera , en "La Señal" de Ricardo Darín , en "Cielo Raso" de Delfina Taquini y Gustavo Garzón , en "La rosa azul" de Oskar Aizpeolea , en "Garage Olimpo" de Marco Bechis , en "Aún, canción para una mujer sola" de Sergio Brahuer , en "Límite" de Jazmín Bazán y en "Dormir al sol" de Alejandro Chomsky (a estrenarse el año que viene) donde viajo a San Luis para rodar escenas con Esther Goris y Luis Machin, y en varios cortometrajes.
Pero este año ha vuelto a reencontrase con dos amigos de su pueblo natal Javier y Diego Tiseira, quienes han creado una productora de cine independiente llamada Nep Cooperativo, para quien grabó un piloto, que fue presentado en la televisión pública digital, donde será el presentador que introduzca a los espectadores en un ciclo de cine argentino y latinoamericano. Mientras espera ansioso la concreción de este nuevo desafío, otro proyecto ya está en el aire y se trata de “Al sur de la garganta”, unos micros literarios con formato de cortometraje, que están circulando en el interior del país a través de esa señal. Allí se lo puede ver a Martín transitar con su imponente cuerpo y bella voz los poemas y relatos de escritores que seleccionó con exquisito criterio como Alejandra Pizarnik, Clarice Lispector, Sarah Kane, Miguel Hernández y Juan Gelman, entre otros. Los climas hermosos de estos cortos son disfrutables y gozan una cuidada edición. Su sensibilidad transmisora, la elocuencia y los matices interpretativos de Urbaneja transforman estos relatos visuales en verdaderos hallazgos cinematográficos. Aquí va uno de ellos para que lo comprueben:



E: ¿Por qué el titulo?

MU: Amo la poesía de Juan Gelman, y en uno de sus poemas habla acerca de dónde se haya ubicado el alma de la gente, y tras un juego de palabras lo define “al sur de la garganta”.

***
E: ¿Cómo llegaste a La Tarántula?

MU: Audicione y luego de un par de semanas me llamaron. José María López y Melody Llarens ya estaban, faltaba el personaje de Fiore que tiene esa relación tan dura con su padre y manipulado por su mujer. Armamos un grupo de trabajo y humano hermoso. Pepe (José María López) es uno de los grandes actores de la escena nacional, ha trabajado con grosos como Luis Sandrini y Libertad Lamarque, entre tantos otros, es un pedazo de la historia. Es divino trabajar con él. También con Melody Llarens que resultó ser una gran compañera.

E: Decías que te incorporaste último al equipo. ¿Qué exigencias recibiste del director de la obra Héctor Oliboni?

MU: Sinceramente fui con un poco de prejuicio pero pronto se desvaneció en el proceso de ensayo que fue súper relajado. Me encontré con un tipo muy joven de mente, abierto a las propuestas que le fui planteando y al dialogo.

          

Protagonistas de La Tarántula

E: ¿Hay algo de la obra o tu personaje en donde sientas una identificación?

MU: Hay todo un mundo muy cercano para mí en esta obra. Quizás fue eso lo que más me motivo a elegirla. Yo pase toda mi infancia en el campo y esta obra me atrae mucho por eso, sus imágenes y sus olores no me son ajenos. Todos los cueros de la escenografía se los pedí a mis viejos. Porque ese universo lo tengo muy presente también por mis bisabuelos que eran vascos y se vinieron a instalar a Trenque Lauquen (ubicado a 70km de La Pampa).

E: ¿Eso te ayudo a teñir tu personaje?

MU: Claro, además yo me embarro, me ensucio el cuerpo, decido no lavar mi ropa para que tenga olor a uno. Y es interesante algo que marca el texto que es esa renguera porque Fiore, mi personaje, esta lastimado. Hay algo muy característico en esos cuerpos de la gente del campo, en esa época, que los jóvenes estaban como encorvados o tullidos. Y yo trato de laburar algo de todo eso.

E: ¿De qué va la historia?

MU: Es de la escritora rosarina Patricia Suárez sobre la historia de una familia llegada de Italia en los años 40 y que se vienen a vivir al campo en la Argentina. Se plantea la relación de un padre con un hijo y la mujer del hijo. Es una pequeña tragedia familiar, que ha desencadenado “la tarántula” que vino a perturbar el orden de esa familia. La obra tiene de universal que habla de los vínculos familiares y cómo esos vínculos se enferman y son capaces de todo cuando han sido engañados o decepcionados.

E: Como la vida misma. ¿No?

MU: Seguro, para mi ser actor me hizo aprender a entender más el mundo. Me pone más atento, más alerta y con más escucha. Y mis últimas obras van por ahí, las relaciones humanas, cómo uno se encuentra con la gente, porqué uno tiene más afinidad con uno que con otro. Hasta dónde es capaz de llegar el ser humano, porque uno está a prueba todo el tiempo. E intentar no juzgar a la vida, uno hace lo que puede más que lo que quiere. Así que me siento contento con esto de que el teatro me haya enseñado a ser mejor persona.

E: En “La tarántula” te ha tocado ser como “el bueno o inocente” de la historia. ¿Si hubieras tenido que hacer el antagónico que es el rol del Padre, o cualquier otro con carga negativa, cómo lo abordarías?

MU: Anteriormente hice “La sonrisa del ganador”, que era una obra sobre el nazismo donde interpreté a un oficial de SS que torturaba y violaba a una judía en un campo de concentración; y a mí me encantó hacer eso, porque hay algo de ser actor que tiene que ver, en el mejor sentido de la palabra, con no crecer nunca y abrirse a imaginar ser otros.
E: No perder conexión con lo lúdico…

MU: Si sos buen actor es porque tenes tu niño vivo adentro. Cuando dejas de jugar y de creer en la ilusión se pierde todo. Uno en la vida trabaja y se desarrolla y por suerte tenes la razón que lo regula todo.
***
E: ¿Cuál es tu mirada del fenómeno teatral en Buenos Aires?

MU: Creo que esta ciudad es muy particular, también ha sucedido con la música, ahora también la danza que se ha convertido en popular. Creo que tiene que ver con la necesidad de expresión. Está muy bien, lo mejor es hacer aunque igual me parece que hay una gran falta de rigurosidad. Para mi está genial que todo el mundo haga teatro, hasta institucionalmente lo pienso, creo que Proteatro funciona muy bien; pero cuestiono la repartija al momento de subsidiar. No sirve que le den el mismo dinero a alguien que hizo diez obras que a otro que recién comienza. No es porque sea menos legítimo sino ser más riguroso. Hoy cualquiera hace una obra de teatro.

E: ¿Cómo arrancaba tu entorno a incursionar en el teatro cuando vos estudiabas en el Conservatorio?

MU: No teníamos grupos de teatro. Había como un mandato cultural que marcaba estudiar, terminar la carrera y luego empezar. Hoy un pibe que está en primer año del IUNA ya está haciendo una obra. No me parece mal, pero creo que habría que revisar un poco eso. Después es lógico que haya trescientas obras en cartel pero así son los resultados. Otra cuestión es que así como hay mucha oferta no hay tanta demanda. Por algo pasa que hay obras con tan pocos espectadores. Habría que lograr como un sistema para crear espectadores. Al espectador también se lo educa.


E: ¿Sentiste que con alguna de tus obras lograbas eso de “educar al espectador”?

MU: Algo parecido me sucedió cuando hicimos “Las descentradas”, una obra de Salvadora Medina Onrubia, (la mujer de Natalio Botana, anarquista y mejor amiga de Alfonsina Storni) de mucho texto, con una duración de dos horas y media. La obra era maravillosa y me embarque con entusiasmo. Y se convirtió en un fenómeno teatral, con tres años de funciones en la sala de Puerta Roja. Entonces era todo un ejercicio para el espectador que iba a escuchar un melodrama que duraba dos horas y media, que además estaba bien hecho, con una ambientación de época bien lograda, y la gente joven no está acostumbrada a este tipo de teatro.

"Uno como actor siempre esta en el borde"

E: ¿Tenes miedos o inseguridades al momento de subir a escena?

MU: Uno siempre pasa por eso, y creo que el día que no le tenga es porque ya nada va a tener sentido. Hoy trato de disfrutarlo siendo menos autoexigente. De hecho salir a escena cada vez es un momento fuerte, el encontrarse con la gente y que suceda esa comunión no tiene explicación alguna.

E: Eso es mágico…

MU: Hay alguien que se dispuso a creer una mentira y estar ahí sentado, y esta alguien que se dispuso actuar una mentira para que todo el mundo la crea. Cuando comulga eso, está buenísimo. Valoro tener un espacio para mirarme. Uno como actor (y como ser humano) siempre está en el borde o a punto de perderse, este lugar es algo que necesito para mis afectos, para mi trabajo, para saber cómo estoy, quién soy, qué respuestas puedo darme si es que puedo darme alguna. Un viejo director, Kabuki decía “puedo enseñarle a un actor el movimiento de como señalar la luna, pero desde la punta de su dedo hasta la luna es responsabilidad del actor”. Por eso cuando actúo lo que importa no es si el gesto es hermoso, para mí hay una única cuestión: ¿vio el público la luna…? Y en eso ando, tratando que el público vea lunas lo más bellas posibles.

***
Una mirada de La Tarántula

La obra de la dramaturga Patricia Suárez nos ubica en un tiempo y espacio rural de la Argentina en el siglo pasado cuando los inmigrantes europeos peleaban por una identidad que dignificara su existencia en un “país extraño” para ellos.
Puertas adentro, el espíritu de lucha se traslada al vínculo familiar centrado entre un padre, que exacerba su odio y resentimiento da haber tenido que escapar de su patria natal, y su hijo abatido por las presiones de un “insecto” que ha enfermado su alma y perturbado el orden para siempre. La desmesura del poder autoritario patriarcal puede verse como metáfora del orden político de esa época donde el dispositivo dialectico de sometedor-sometido funcionaba aceitadamente.
Con un ritmo de tensión constante y pareja en cada uno de los tres actos, la pieza de Héctor Oliboni logra en el tiempo perfecto presentar los personajes y desarrollar el conflicto, casi sin fisuras, ya que el personaje de Melody Llarens (Felice) podría haber tenido un aprovechamiento más acertado. La puesta en escena consigue recrear una atmosfera realista con olor a campo.
Pero el acierto mayor de “La tarántula” radica en el duelo actoral de José María López (El Padre) y Martín Urbaneja(El Hijo), hasta la sala subterránea del Teatro del Pueblo pareciera convertirse en un ring pugilístico con su disposición cuadrilátera, dando cuenta de dos generaciones que se ensamblan, se enfrentan, se olfatean y se buscan. Ese encuentro del actor de oficio, cuya trayectoria lo ha llevado hasta allí, con el intuitivo y visceral que es ese otro que despliega un trabajo corporal impecable y una sensibilidad interpretativa genuina logran una magistral muestra de verdadero teatro.


      LA TARANTULA
               


Sábados 20hs
Teatro del Pueblo
Roque Saenz Peña 943

Martín Urbaneja



Melody Llarens


José María López






# Agradecimiento a Nicolás Villalobos por las fotografías.


* Esta entrevista fue publicada en el sitio La Voz Joven
http://www.lavozjoven.com.ar/?q=contenido/entrevista-con-mart%C3%ADn-urbaneja


No hay comentarios:

Publicar un comentario